Te doy mi cuerpo para que robes mi alma.
Besa mi soledad, pues así ella se aprehende.
Acaricia mi euforia y llénala de calma.
Sucumbe a mi amor que sólo él entiende.
Anda, mujer, huye de mi vida ahora.
Vete con aquel que te satisfizo.
Rebusca tu dolor hora a hora.
No hubo nada para mí desde el comienzo.
No lloraré, sólo reiré.
Soltaré mi cuerpo en el mar.
Yendo sin rumbo, no sé a donde iré.
A mi alma, que te di, querré calmar.
Vamos, no te inmutes por mí.
Deja todo lo que una vez amé.
Corre, aléjate de mí.
Anda ahora y déjame.
No hubo nada para mi desde el comienzo. Muchos siempre nos hemos dado cuenta de esto desde el comienzo pero solo somos los que damos y no existe una reciprocidad.
ResponderEliminarTus letras tan llenas de razón. :) Pero ¿qué sería de la vida si sólo se da para recibir? Mejor como nosotros, aunque después haya dolor.
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