Vuelco de mi suspiro al regurgitar la sombra de mi soledad.
Canto a la amargura de una realidad incierta.
Ven, surge de las abnegaciones de mi alma.
Vive de la corrosión de mis huesos al romperse en llanto.
Aliméntame de la luna a la soberbia de tus labios.
Arranca la sed de mi alegría, vamos, llénala de lujuria.
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