Desperté y aquel sabor a soledad recorrió mis labios con celeridad. Bien, pues, anhelaba esa soledad tan refocilante. Soledad de alegría.
El sol entraba a hurtadillas, subiendo entre mis sabanas, jugando con las sombras del recuerdo, hasta que con suavidad toco mi piel con su luz
Los lirios florecientes opacaban cualquier flor marchita del campo. El aire en su brisa tan calmada; como mi alma.
Era aquel momento perfecto. Aquel instante indicado, aquél por el que esperé.
Así es como mi sobra, mi felicidad y me soledad me acompañaban en reunión amistosa, conviviendo cual amigos de la infancia.
Fue así como mi alegría me encontró, fue así como es que soy feliz.
Fue así que mi locura y sensatez son una misma
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